Ursula K Le Guin: Planeta de Exilio (1966)

Texto de Carles Llonch Molina

Planeta de Exilio es la segunda entrega del ciclo del Ekumen (también llamado en inglés Hainish cycle) publicada el mismo año que El mundo de Rocannon y es una continuación  en términos temporales dentro de ese universo. Parece ser que a Le Guin no le gustaba que se hablara de ciclo o saga, pues no las escribió respondiendo a un argumento con continuidad.

 Sorprende el despliegue de imaginación que la escritora hace en esta novela, ya a la altura de sus obras posteriores. En este texto se acerca desde su visión antropológica a cuestiones como el colonialismo, el racismo o la igualdad de género. Lo hace con ese estilo suyo tan propio, sin proselitismo ni maniqueísmo, sutil pero firme a la vez. 

Un cuerpo de colonos de la Liga de Todos los Mundos se quedan atrapados por culpa de la guerra (otra vez) en el planeta Eltanin (Eltanon, Werel dependiendo de la edición) , al cual iban a buscar aliados y a establecer vínculos con las especies autóctonas. La acción transcurre 600 años después del inicio de este exilio, cuando los descendientes de esos pioneros a duras penas conservan los conocimientos científicos y la historia de sus ancestros. 

En el planeta, dos especies humanoides vivían antes de la llegada de este tercer grupo. Unos son en casi todo  iguales (a excepción de los ojos y los cabellos) a los exiliados. A éstos, los colonos les llaman hilfos (hilf del acrónimo inglés high-intelligence life forms). Desprecian y temen a sus vecinos, a los cuales llaman lejosnatos, los cuales consideran una especie de brujos. Si bien parece que al principio de la colonización se lo pusieron difícil, ahora sus relaciones están de alguna forma equilibradas aunque lejos de ser cordiales. La otra raza que habita el planeta  es la de los gaales, denominados así tanto por hilfos como por lejosnatos.  Se trata de una civilización salvaje y misteriosa que no tendrán voz propia en el relato pero si mucho peso en el argumento.

La vida de las tres especies está marcada por las peculiaridades de rotación del planeta, cuyas estaciones (debido a una órbita enorme) duran 15 años. El crudo y largo invierno condiciona el resto de ciclos, pues la supervivencia a ese periodo es difícil y marca migraciones masivas y , por tanto, conflictos. Winter is coming

Los colonos provienen de una cultura muy avanzada, no solamente a nivel cultural sino también en cuanto a organización social. Sus estructuras de gobierno son de naturaleza colectiva y no existe discriminación alguna por cuestiones de identidad sexual o género. Las tribus autóctonas, sin embargo, son un patriarcado en el cual en las familias (polígamas) las mujeres son meras posesiones del hombre. Ambas especies se llaman a sí mismas humanas para diferenciarse de la otra pues entre ellas no pueden procrear. En este contexto se situarán nuestros personajes, el lejosnato Jakob Agat y la hilfa Rolery y su abuelo Wold. 

La idea central del libro es la de la gestión de las diferencias y la convivencia con los otros. Se trata de un eje temático que se me antoja muy arraigada en la sociedad estadounidense y sus producciones culturales. Lo he comentado anteriormente al hablar de Binti de Okorafor y el movimiento cultural del afrofuturismo.  En esta novela aparecerán de nuevo el rechazo mutuo entre culturas y los conflictos que ello supone, y los personajes serán las voces que empujadas por los hechos se verán obligadas a recortar distancias.  Le Guin propone en cierta medida ponerse el énfasis en las similitudes para generar consensos, al margen de las evidentes diferencias.

Hay que destacar de nuevo la habilidad de Le Guin para generar un entorno de ciencia ficción en una novela en la cual ningún personaje ni tiene ni utiliza tecnologías avanzadas. Lo consigue al acortar las distancias (por razones que no descubriremos) entre las tecnologías de las dos sociedades. Mientras que los colonos viven con técnicas medievales (tienen catapultas y construyen con piedra ciudades enmuralladas) los autóctonos no utilizan la rueda, apenas conocen el uso de metales y construyen en adobe. Esto le permite abordar el otro tema importante: el colonialismo y cómo éste modifica no solamente las culturas ocupadas, sino la de los ocupantes.

Los colonos se encuentran en lenta y larga decadencia. Hace tiempo que dejaron de esperar y ya solo les queda olvidar un mundo que jamás han conocido y que muchos empiezan a dudar de su existencia. Aún así siguen intentando acatar las leyes de la Liga de Todos los Mundos, el último reducto de civilización que les queda. Los conocimientos científicos se van olvidando y supliendo por supersticiones que parecen más útiles para el día a día en ese planeta, acercándoles paradójicamente a aquellos que consideran salvajes.

Poco más puedo decir (quizás he dicho ya demasiado). Le Guin hace eso que sabe hacer tan bien: introducirnos en un escenario complejo e interesante en el que va engarzando la aventura. Como en la novela predecesora, la historia tiene tintes heroico-mitológicos pero en esta adquiere dimensiones casi épicas. Una historia que merece desde luego la atención de las lectoras y  lectores seguidores de la autora.

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