
Texto de Toni Signes
Todo el mundo conoce el porqué de Spiderman, incluso quien no lee cómics: Peter Parker es un apocado joven cuyos padres están muertos, por este motivo le cuida su insufrible tía May y su tío Ben. Entre otras cosas, Parker sufre bullying por parte de sus compañeros de clase, en especial de Flash Thompson. Un día, durante una demostración científica, una araña pasa a través de un haz de rayos radioáctivos y cae inopinadamente sobre Peter, al que pica y transfiere sus habilidades arácnidas gracias a la magia nuclear. Pues bien, esto es lo que sabíamos hasta que leemos la historia que nos cuenta Straczynski junto a Peter David y Reginald Hudlin en Spiderman: El otro. Dos volúmenes (los números 9 y 10 de Marvel Saga: Spider-man de Panini) que recogen esta saga y que según él venía para derrumbar y redefinir todo lo que conocemos del arácnido.
El colofón final que supone El Otro arranca al principio de la toma de mando del ya citado guionista y se va desarrollando como fondo a lo largo de las diferentes historias que teje Straczynski durante el tiempo que guioniza la serie del arácnido. En ella Peter Parker se plantea cuestiones en torno a su poder, en particular sobre el origen radioactivo de sus habilidades. Straczynski se inventa la idea del animal totémico que Parker lleva dentro y que se evidencia tras la picadura de la araña. Según esta teoría, Peter Parker cargaría un algo mágico relacionado con el mundo de las arañas, este algo mágico no es exclusivo y lo tienen otros personajes (que iremos conociendo a lo largo de la colección). Tras este descubrimiento, Peter cambia la relación que mantiene con Spider-man y este cambio se materializa en El Otro.
Siendo sincero, la colección, en general, presenta altibajos, los personajes son meros clichés la mayoría de las ocasiones (odio cómo retrata a Lobezno dentro del edificio de los Vengadores) y los diálogos supuestamente graciosos de Parker no lo son tanto, pero Straczynski sabe hilar historias y mantener nuestra atención pegada a las viñetas. El otro concluye este arco argumental y arranca el evento Marvel de 2006: Civil War.
Me gusta leer el origen de los personajes, me gusta que lo rompan, lo cuestionen y lo reinventen. Creo que los inicios son más interesantes que las historias que vayan a contarse a continuación. Cómo nace un personaje alimenta la estructura posterior y señala el enfoque que le dará el resto de guionistas que trabajen con él y esto es lo que lo hace interesante. Es decir, las motivaciones posteriores del protagonista están definidas por aquel punto de inflexión que cambió su relación con sus poderes, ya sean físicos, mutantes o económicos y le llevó a ponerse unas mallas de colores chillones. Nos encontramos así que para Peter Parker la muerte de su tío Ben despierta su fuerte responsabilidad. Spider-man tras la obtención de sus poderes se dedica a hacer lo que no puede siendo un empollón y cuando puede detener al futuro asesino de su tío no lo hace y le dice al policía que le sigue: “¡Lo siento, amigo! ¡Es su trabajo! Estoy harto de que me tomen por tonto… ¡de ahora en adelante sólo me ocuparé del número uno… o sea, de mí!”. Tras desvelar la identidad del asesino recordará como un mantra lo que le dijó en una ocasió su tío: Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. El origen del personaje marcará toda la evolución histórica de éste a lo largo de las diferentes colecciones que sustenten su biografía. Otro ejemplo es el uso de las armas de fuego en Batman: en el cómic sus padres mueren tiroteados por un ladrón, de esta manera se define y justifica su rechazo al uso de pistolas. Batman sólo golpeará brutalmente dentro de su psicosis a sus enemigos para conseguir sus objetivos, nunca utilizará un arma.
Con El Otro, Straczynski crea un nuevo origen para el personaje. Se permite el placer de matarlo, algo habitual en el género superheróico y que estamos viendo, sin ir más lejos, en la actual colección de Daredevil. Y este nuevo inicio sirve de excusa para diseñar un nuevo, y horrible, traje. Y aquí es donde quería llegar yo, al traje. Un traje que tras Civil War abandonará, por suerte, para volver a su vestido negro de Secret Wars y posteriormente al clásico y representativo rojo y azul. ¿Es una buena manera de retomar el origen de Spider-man? En mi opinión, no del todo. El enlace con la presencia totémica arácnida es muy interesante y deja abierta la puerta abierta a un enfoque mágico del personaje que lo aleja de la omnipresente radioactividad de los 60 y permite que Spider-man se vincule más profundamente con otros personajes mágicos del universo Marvel (como el doctor Strange). Pero Spider-man con este traje dorado y rojo parece salido de un after de nochevieja.
Cada vez que lo veo me repito, es algo temporal, luego vuelve a lo suyo.
Y menos mal.