
Texto de Miss Spaceman
Esta maravilla costó 75000 dólares, que es poco incluso para 1962, y fue dirigida por el grande, el único e inimitable, por sus grandes ideas y bajos presupuestos: Sidney w. Pink, el autor del libro So You Want to Make Movies. Life of an Independent Film Producer (1989). El Sr. Pink fue el responsable de otros hitos de la serie B como Reptilicus (1961) o The Angry Red Planet (1959). Se le considera el padre del cine 3D rompiendo el mercado con sus gafas polarizadas en lugar de las de dos colores en la película Bwana Devil (1952) y en 50 más. Produjo espagueti westerns entre España y Dinamarca y se dice que descubrió a Dustin Hoffman.
La fantasía sideral que nos ocupa está protagonizada por cinco fulanos cualquiera en 1962:
- El canallita mujeriego rollo Arturo Fernández.
- Uno que es un pipiolo alemán que es más de enamorarse.
- El responsable capitán de la nave.
- Un respetable padre de familia y marido ejemplar.
- El que sólo piensa en comer.
Este grupo de intrépidos spacemen es enviado a una misión de exploración al Séptimo Planeta, es decir: Urano. En castellano no tiene ni la mitad de gracia, en inglés, pronunciar Uranus es como decir directamente TU ANO. Por qué no pensar que esta película está ambientada en este planeta solamente para justificar frases como ‘we’re here to explore Uranus’ o ‘it couldn’t possibly exist with the temperature of Uranus’.
Este es el tipo de sci-fi donde los asientos de la nave parecen sillones de barbero antigravedad, los ordenadores son rudimentarios o inexistentes y todo está lleno de palacas, botones, lucecitas y manivelas. Los uniformes parecen piyamas o monos de mecánico en este caso, las instrucciones salen de un sobre de papel y los sensores registran niveles de ‘normal’ a ‘peligroso’. Una vez vi una película que tenían hamacas en la sala principal y otra donde guardaban los trajes en unas taquillas, típicos lockers de gimnasio, que tenían como fondo unas cortinas de satén brillante. Creo que era Marte necesita mujeres pero tendría que checkearlo.
Urano no queda cerca, está a unos 2600 millones de km de La Tierra, pero con los potentes motores de la nave, con tecnología del año 2001, aterrizan allí en cuestión de horas. Cuando van llegando, un alien que vive en el centro del planeta les deja inconscientes y cuando reconectan ya están en la superficie, en un valle con árboles similar a la Tierra. Claro, flipan. Urano es un gigante gaseoso, no tiene superficie ni atmósfera respirable. En los años 60 ya se sabía esto pero qué más da: vamos a hacer que se den un paseo por una alucinación alienígena que les ha leído la mente y va recreando los recuerdos de cada uno de ellos con el objetivo final, claramente, de apoderarse de la raza humana. Paisajes, casitas bucólicas junto a lagos y molinos van apareciendo ante la estupefacción de los astronautas pero el alien sabe que eso no es suficiente para engañar a un terrícola señor así que emplea la peor arma que podríamos imaginar, la más sutil, la más peligrosa: Mujeres. Cada uno tiene su señorita favorita, todas mucho más jóvenes que ellos. A ver, que está justificado porque el alien está sacando los recuerdos de su juventud, vale? Urano está a unos 224o bajo cero pero ellas van en picardías, amiga. Con estas sugerentes pero inocentes damas, pretende hacerles bajar la guardia y así conocer los secretos del cuerpo humano para apoderarse de uno y colonizar nuestro rico planeta. Aunque pueda parecer lo contrario por la presentación de personajes que he hecho antes, tardan relativamente poco en barruntarse que algo pasa. Sacan sus sofisticadísimos trajes de exploración y armados con unas escopetas-láser un poco lamentables se adentran por unas cuevas con estalactitas de hielo (fuera de la alucinación sí que hace frío y no hay atmósfera respirable) cubiertas de bolas de poliexpán blanco-nieve. Allí es donde ven por primera vez al monstruo que está generando esa realidad, un cerebro etéreo pero gigante con un ojo central y una voz omnipotente que recrea esta vez sus peores pesadillas para defenderse del ataque de los terrícolas.
Después de la batalla final, cuando crees que ya lo has visto todo, Sydney se reserva una sorpresa: el tremendo temazo de los créditos finales. Una suave melodía, al estilo canción de amor crooner rollo Nat King Cole cuya letra encierra verdaderamente el espíritu de toda la película. No olvidemos por favor que el séptimo planeta es Uranus.
Journey to the Seventh Planet Come to me
Let your dreams become reality I wait for you
Somewhere on the seventh planet Out in space
You and I will find a magic place Like lovers do
And while we above all We touch the star
That we have wish upon There our love
Will take wings and go on and on
Journey to the Seventh Planet In your eyes
Let it spark of love begin to Shine
For us to share
Forever
Seventh planet
Seventh heaven
If you learn to care
Our love will be beyond compare