David Cronenberg: Vinieron de dentro de… (1975)

Texto de Toni Signes

La selección de películas de serie B de ciencia-ficción de Filmin es apabullante. En su catálogo nos podemos pasar horas y horas sin dejar de ver alienígenas casposos, naves y decorados de cartón e interpretaciones que sin ser buenas no dejan de ser atractivas. Esta semana voy a reseñar la primera película profesional de David Cronenberg: Vinieron de dentro de…, cuyo título original es Shivers y fue rodada cuando terminó sus estudios en la facultad. La película se hace un poco lenta pero no es mala y resulta interesante a muchos niveles por la crítica visión que ofrece sobre la sociedad y su estructuración cultural.

Vinieron de dentro de… nos cuenta la historia de un parásito diseñado por un científico loco dentro de una urbanización cerrada y aislada de la ciudad. El parásito, que tiene forma de babosa o de cagallón, se introducen dentro del cuerpo de las personas y las convierten en seres sedientos de sexo y violencia. Esta es la idea, sencilla y directa, con la que Cronenberg desarrolla una trama espeluznante en la que ya se intuyen conceptos y recursos que desarrollará posteriormente en otras películas como Scanners (1981) y, sobre todo, Crash (1996).

La película empieza a modo de anuncio comercial televisivo de la época vendiéndonos las bondades de vivir en un edificio aislado y autosuficiente. El bloque se llama Starliner y dispone de pistas de tenis, piscina, gimnasio, consulta médica privada, servicio de seguridad y mantenimiento, restaurante, etc. El sueño que también retrató Ballard en su novela Rascacielos el mismo año que se estrenó la película. Y es que parece que existe una tendencia a reducir el contacto humano a breves experiencias aisladas en centros independientes y amurallados. Se nos muestra un colectivo que dispone de todo lo necesario para sobrevivir sin temor a invasiones externas, sin embargo, tanto en la novela como en la película, el enemigo viene de dentro: la locura y la enfermedad, respectivamente. Starliner me recuerda a los grandes bloques que se construyen en Valencia desde hace unos años, edificios con piscina, pistas de paddle y demás chorradas que amuralladas permiten aislarse de la ciudad dentro de un entorno elitista de lujo. Una tendencia que deriva hacia las grandes urbanizaciones para ricos que disponen de vigilancia privada, generalmente armada, que impide la entrada a cualquiera que no tenga su nivel social.

Christopher Ryan y Cacilda Jethá, en su libro En el principio era el sexo, defienden que la actual pareja monógama y las relaciones basadas en el amor romántico son una consecuencia cultural derivada de un sistema protocapitalista y posteriormente cimentada por las relaciones de poder y sumisión defendidas por la iglesia y la religión. Basándose en sus estudios en primates y en la fisiología de los humanos justifican que la raza humana debería mantener relaciones sexuales y afectivas abiertas, que haber abandonado estas prácticas ha condenado la sociedad a la violencia y otras situaciones límite que vivimos actualmente. Cronenberg construye un modelo sexual en el que la represión es causante de privaciones y situaciones de maltrato: la primera pareja que se nos presenta es la de un hombre infiel con su mujer, a la que además somete a un maltrato continuo al ignorarla y despreciar sus muestras de afecto. A continuación, nos conduce a otro tipo de pareja, la romántica y pasional formada por el doctor del Starliner y la enfermera. Estas dos situaciones contrastan con el sexo infeccioso del parásito: descontrolado y libre. Parece que la propia represión social respecto al sexo acaba explotando en esta vorágine de cuerpos e intercambios sexuales; frente a la hipócrita sexualidad burguesa (no olvidemos que esta sexualidad es la causante de que el parásito se extienda de manera soterrada al principio de la película) nos encontramos con el sexo de los enfermos, locos y salvajes. Un sexo éste que parece deseable al que subyace en la construcción de comunidades y que se muestra más peligroso que el causado por el parásito como podremos ver en la irónica escena final de la película.

Como colofón una frase de la película:

“Roger, tuve un sueño muy perturbador anoche. En este sueño me encontré haciendo el amor con un extraño. Sólo estoy teniendo problemas, ¿ves?, porque es viejo y moribundo y huele mal y me parece repulsivo. Pero entonces él me dice que todo es erótico, que todo es sexual. ¿Sabes a lo que me refiero? Me dice que incluso la carne vieja es erótica. Que la enfermedad es el amor de dos tipos de criaturas uno para el otro. Que incluso la muerte es un acto de erotismo. Que el hablar es sexual. Que la respiración es sexual. Que incluso existier físicamente es sexual. Y yo le creo, y hacemos el amor muy bien”

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