Tamburini, Chabat, Liberatore: RanXerox (La Cúpula, 2010)

Texto de Carles Llonch Molina

Leí por primera vez a RanXerox en las páginas de El Víbora, en casa de mi amigo Borja y su madre, la Carmen. A ella le estaré siempre agradecido por haber conocido todo una época que no he vivido, los ochenta, a través de sus anécdotas y sobretodo a la música y los cómics que tapizaban las paredes del pisito que tenían en la calle del Norte.

Los Víbora y los Makoki eran una lectura constante en las horas que allí pasaba (que eran muchas, pues era literalmente mi segunda casa). Allí conocí a infinidad de autores que ya no puedo separar de los recuerdos de esa etapa de mi vida. Autores como Max, Milo Manara o Guido Crépax, y infinidad más cuyos nombres no recuerdo pero que voy recuperando por el camino a medida que de alguna forma me cruzo con obras suyas. Esto me pasó un poco con Ranx, el cual recuperé gracias a la edición integral que la Cúpula hizo en 2010 con todas sus historias.

Creo que este cómic cuyo primer número es del 77 representa en gran medida la idea que en mi mente se genera sobre la escena punk y underground de esa época. Sexo y drogas aunados en una carrera demencial hacia ninguna parte, un hedonismo autodestructivo a ritmo acelerado del cual muchos sufrieron las consecuencias. Entre esas bajas se encuentra la del propio Tamburini, muerto de sobredosis en el 86. 

Rank Xerox, Ranx o RanXerox son los nombres de este nuevo frankenstein. En las primeras historias  se nos explica el orígen de ese apelativo: se utilizó para construirlo piezas de una fotocopiadora Xerox. El cambio de nombre se debe a que la marca amenazó con demandarles pues no querían que nadie los asociara a una obra de esas características. 

Cuando Liberatore pasa a encargarse del dibujo, el cómic alcanza la popularidad que lo llevaría a cruzar las fronteras de su Italia natal. A la atracción de las temáticas underground se le sumó la técnica preciosista de este, la cual llevó sin duda la obra a otro nivel. El realismo y la descripción de los detalles resulta en ciertas ocasiones perturbador, lo cual seguramente fue un efecto buscado con toda la intención.

El cómic se desarrolla en un futuro decadente. Las ciudades son verdaderos tugurios cyberpunk en que el deseo y la adicción articula las relaciones humanas. Las clases dirigentes se nos presentan como personas degeneradas que utilizan de manera caprichosa a los demás para su diversión y entretenimiento. De hecho,  todos los personajes del cómic hacen gala de una moralidad dudosa, pero de manera paradójica Ranx es el único que muestra un amor incondicional hacia alguien. Ese alguien es Lubna, una niña de doce años politoxicómana de la que el robot está enamorado. Ella le corresponde en cierta medida, pero en un sentido más bien utilitario. Además sus caprichos serán el origen de casi todas las desventuras del cyborg. Estas le llevarán de Roma a Nueva York, y en ellas conocerá bien la manera en que los bajos fondos y las altas esferas se relacionan. 

Ranx es un cómic sin filtros.  En la introducción de esta edición integral se describe como amoral, y ciertamente es un buen adjetivo. El personaje es un robot que puede hacer todo lo que pude hacer un humano, beber, follar, drogarse…pero con una fuerza descomunal y ningún escrúpulo. Como se dice en esa misma introducción, un frankenstein desatado. Creo que hay muchas viñetas que explican esto, pero hay una que me llama la atención por lo gratuito: una niña se acerca a un Ranx enfadado a venderle una rosa a cambio de limosna y este aplasta la rosa que le ofrece…junto con la mano que la sustenta. Como si no hubiera suficiente, Liberatore añade a esta imagen la onomatopeya KROK en la que la «o» está rota en pedacitos, como queriendo recalcar que las falanges de la niña han sido hechas picadillo. 

Creo que cabe diferenciar las historias guionizadas por Tamburini de la última entrega de la saga, la que escribió el francés Chabat. Lo que he descrito con anterioridad describe principalmente las historias escritas por el primero, más centradas en la amoralidad de los personajes y la sociedad. Diez años después de la muerte de este se publicó la cuarta historia, la cual tiene un enfoque muy diferente. En esta, si bien la ultraviolencia y la brutalidad prevalecen, se ponen al servicio de un texto más parecido a un thriller político de ciencia ficción que al retrato de los bajos fondos de un mundo distópio.

Desde luego que Ranx describe una realidad no deseable, pero su intensidad unida al dibujo de Liberatore la hacen una obra electrizante y cautivadora. Quizás con la deriva de la realidad cultural de nuestros tiempos, obras como esta no serán posibles en un futuro, pero ese será sin lugar a dudas un futuro no deseable. 

¡Znort!

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