Texto de Toni Signes
Panini ha publicado una cuidadísima edición en formato tomo de la historia Secret Wars que engendró Jim Shooter durante el final de su mandato como editor jefe en la Marvel, Secret Wars fue una historia que se utilizó para promocionar una nueva línea de juguetes basada en los personajes de la editorial, el objetivo era facilitar un guión a los niños para que entendieran y supieran cómo jugar con los muñecos. Además, Secret Wars fue el primer gran cross-over de la industria de los cómics y afectó a todas las series de la compañía: Spider-man, X-Men, Vengadores, Hulk, 4 fantásticos, Iron Man, etc. Tuvo tanto éxito y ventas que esta fórmula continúa repitiéndose en la actualidad casi todos los años por las dos grandes editoriales americanas y además, sigue proporcionando grandes dividendos al sector. En Secret Wars los diferentes super-héroes de Marvel descubren antes del comienzo de la saga, y cada uno en su colección, una gran fortaleza en Central Park que les atrae irremediablemente -Reed Richards lo define como una trampa dulce-. Tras cruzar el umbral de la fortaleza desaparecen y son transportados a un planeta muy lejano. Este planeta está creado con retales de otros mundos por una especie de dios, el Todopoderoso. El Todopoderoso también ha transportado a este nuevo mundo a algunos villanos como el Dr. Muerte, Galactus, el Hombre Absorbente, el Hombre Molécula, Magneto, el Lagarto entre otros. Su objetivo es que éstos coincidan con los héroes para que hagan la guerra, además, para azuzarlos promete a quien gane que cumplirá su mayor deseo. Una premisa sencilla para un cómic que me parece bastante flojo con una trama mal elaborada e inconexa, da la sensación de que tiene demasiado personaje para tan poca historia. Recuerdo que flipé la primera vez que lo leí cuando lo editó Fórum en los 90, ahora no ha sido lo mismo.
De la historia son vistosas las relaciones sexuales y afectivas entre personajes. A partir de tres ejemplos, el guionista reproduce tópicos habituales de la época que persisten todavía.
Por un lado nos encontramos con los superhéroes que han dejado a sus parejas en la Tierra. En este grupo está Mr. Fantástico, cuya esposa, la Mujer Invisible, está embarazada durante la aventura (por cierto, el nombre de estos dos personajes también es digno de valoración, pero no en este texto). El distanciamiento entre el señor Fantástico y la Mujer Invisible se exalta al máximo para defender la fidelidad y el valor de la unidad familiar en la sociedad occidental. Pese a ello, Reed Richards es capaz de relativizar la importancia de la familia en pos de un bien mayor: la victoria de los superhéroes. No porque considere a su mujer (invisibilizada) como una persona independiente sino más bien para mantener su estatus de hombre (finalmente independiente) y héroe.
Peter Nikolaievitch Rasputin, Coloso, llega al planeta del Todopoderoso sintiendo un fuerte amor hacia Kitty que se ha quedado en la Tierra. Lamenta que no estén juntos, no hay momento en el que Coloso no esté recordándola, siempre aparece cabizbajo y preocupado por ella y no es raro verlo abstraído y preguntándose qué estará haciendo. Tan fuerte es el sentimiento de Coloso que en reiteradas ocasiones se prepara para declararle su amor y pedirle en matrimonio cuando vuelva a la Tierra. Debe hacerse muchas pajas durante esos días. Coloso representa el amor adolescente, pasado de rosca, pasional y descerebrado. Está claro que Coloso moriría por ella. Pero, cuando ya estamos contagiados de diabetes con tanta dulzura y recuerdos, es malherido en una batalla y la sanadora Zsaji -una alienígena con cuerpo de modelo de la Tierra atrapada en el mundo del Todopoderoso- le cura. Empieza a olvidarse de Kitty e incluso siente celos porque Zsaji está liada en ese momento con Johnny Storm. Coloso se debate entre dos amores y acata una resolución pragmática. Con la novedad en la cabeza no pasa mucha trama para que olvide a Kitty y todo su anterior sentimentalismo. Demuestra que todo este sentimiento era una excusa para auto-compadecerse y conseguir generar simpatías entre adolescentes; o peor aun, una estrategia para follar.
Magneto representa en Secret Wars al hombre rudo y violento del modernismo (similar al Bruce Willis de Die Hard), es la fase previa al anti-héroe que se convertirá en recurso típico de los cómics de los 90. Nos sorprende a lectores y lectoras secuestrando a la Avispa en una bola de metal para llevársela a su base de operaciones sin otra intención que follársela y tratar de convencerla tras el polvo para que forme parte de su equipo. Y si sorprende este acto, más perplejidad causa que la Avispa acepte este trato y asuma este tipo de cortejo como algo normal. Agresión, secuestro y sexo.
Especial mención merece la representación en el cómic de la mujer enamorada, concretamente en la figura de Volcana. Comparando su actitud con la de ellos, en las que pese a ser víctimas de terribles sentimientos consiguen controlar la situación y son dueños de la relación, Volcana al enamorarse del Hombre Molécula pierde su identidad y pasa a comportarse como una cuidadora, casi como una madre. Volcana protege, cuida, defiende y alaba al Hombre Molécula. El Secret Wars de Shooter es el ejemplo paradigmático del trato que ha recibido la mujer en Marvel hasta la actualidad: cuidadora como Volcana, sumisa como la Avispa o dispuesta como Zsaji, menos mal que los nuevos autores de la editorial están cambiando el rollo.